Son muchos los factores que intervienen en el temperamento del perro y pueden llevar a determinarlo. Como principales ejemplos, encontramos la aportación genética de los progenitores, el manejo, el nivel de ejercicio, el entorno, la alimentación y las técnicas que utilicemos en su adiestramiento, por enumerar los más importantes.
Todos ellos comienzan de una forma u otra en las primeras semanas de vida de los cachorros, razón por la cual el parto, el entorno y el manejo durante esta importante etapa deben adquirir la importancia que merecen. Por ello, tenemos conciencia de que no hay un único factor que lo condicione todo, habiendo superado la época en la que tan seguros habíamos estado de que la genética lo era todo y nos volvíamos locos buscando los padres perfectos que nos diesen el perfecto campeón. Si hay una etapa que marque y condicione especialmente a nuestro perro son sus primeras semanas de vida. Para empezar, se recomienda que el parto tenga lugar en el domicilio, lejos del entorno de perreras, para, de este modo, evitar posibles infecciones y facilitar el desarrollo del cachorro.
|