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El corazón de Nico vuelve a latir con fuerza

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El conducto arterioso persistente es una de las patologías congénitas más frecuentes en canes[1]. Se trata de un vaso sanguíneo que conecta la arteria pulmonar y la aorta. Este vaso es necesario para el desarrollo del cachorro cuando está dentro del vientre de la madre, pero una vez el can nace se cierra de forma natural. Sin embargo, esto no ocurre en algunos casos, produciendo una sobrecarga del volumen de sangre en los pulmones”, señala Jorge Prieto, veterinario y diplomado europeo en cardiología de AniCura Uribe Kosta Clínica Veterinaria.

El ductus es una patología infradiagnosticada en las mascotas, ya que muchos de los pacientes que sufren esta enfermedad fallecen a los pocos días de vida sin causa aparente. No obstante, aunque la mortalidad durante el primer año de vida del animal se estima en alrededor del 60%, puede encontrarse en perros de edad avanzada[2]. El síntoma más común es la insuficiencia cardiaca como la fatiga o la intolerancia al ejercicio. Las razas más propensas a sufrir esta patología son el Pastor Alemán, el Collie, el Yorkshire y el Bichón Maltés[3]. Por el contrario, es poco frecuente en razas braquiocefálicas como el Pug o el Bulldog Francés.

“El tratamiento habitual para el ductus es la realización de una toracotomía. Es decir, se abre la pared tórax y posteriormente se liga el conducto arterioso persistente mediante unos puntos de sutura”, comenta el cardiólogo veterinario. “En la actualidad podemos sellar el ductus mediante la implantación de un dispositivo médico. Este dispositivo, Amplatz Canine Ductal Occluder, es una pequeña malla metálica de entre 3 y 14 mm, que se introduce por la arteria femoral y mediante catéter se va guiando por los vasos sanguíneos hasta el conducto arterioso persistente. Una vez allí, el dispositivo se expande y tapona el conducto, evitando el paso de sangre a los pulmones”, añade Jorge Prieto.

El tratamiento del conducto arterioso persistente mediante esta técnica ofrece muchas ventajas para el paciente: el tiempo de recuperación es menor frente a una toracotomía, se reduce el tiempo de hospitalización convirtiéndolo casi en un procedimiento ambulatorio con tan solo un día de hospitalización, las secuelas son menores ya que solo basta con una incisión en la ingle, es una técnica menos dolorosa y traumática para el animal y, además, el riesgo de complicaciones serias es menor.

Nico nació con ductus y sus cuidadores siempre sospecharon que algo no iba bien. Su corazón no latía de forma normal y los veterinarios no sabían muy bien qué le pasaba. Después de un largo recorrido y 3 años de lucha, por fin le dijeron que sufría conducto arterioso persistente y podrían darle una solución.

“Optamos por la cirugía de mínima invasión para el tratamiento del ductus de Nico, porque implica menos riesgos y una mejor recuperación. Nico tiene 3 años y queríamos limitar al máximo todos los riesgos”, comenta Raquel Rodríguez Fernández, cuidadora de Nico. “Han pasado dos meses desde que Nico fue operado y lo vemos mucho mejor. Todavía no le dejamos realizar mucha actividad física, a pesar de que él quiere moverse, ya que tiene que terminar de recuperarse”, añade su cuidadora.

[2] Ibidem

[3] Ibidem

Fuente: AniCura.



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