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El hombre utiliza al perro en distintas labores, tratando de sacarle el máximo potencial, como complemento a las limitaciones sensoriales humanas. Son muchas las labores para las que se utilizan los perros: guarda, caza, búsqueda y rescate, asistencia, detección… Por lo general, tratamos de sacarle partido a aquellos sentidos que tienen más desarrollados que nosotros, especialmente el oído y olfato. Algunos especialistas hablan de un sexto sentido que les permite detectar, por ejemplo, la presencia de su amo antes de que llegue a casa, aunque no existen estudios científicos que lo demuestren. La verdad es que todavía nos queda mucho que investigar y desarrollar para comprender y sacar el máximo rendimiento a nuestro “Canis familiaris”.
LA VISTA DEL PERRO
EL SENTIDO DEL OÍDO
Utilizan la comunicación con ultrasonidos entre cachorros-madres en las distancias cortas para evitar que los posibles depredadores los detecten. A la hora de buscar su alimento, en la caza, esa mejor audición puede ayudarles a detectar a los roedores que se comunican en frecuencia ultrasónica.
SENTIDO DEL OLFATO
Es la principal fuente de información para nuestros perros. Se mueven en un mundo de pistas de olores. Nos resulta imposible hacernos a la idea, nuestro mundo sería terrible, la convivencia imposible, con esa capacidad olfativa. Todo tiene olor y nuestros perros son capaces de detectar pequeñas cantidades de droga en medio de numerosos olores empaquetados y repaquetados. Todo ello gracias a un epitelio olfativo 14 veces mayor que el nuestro (que es de cinco centímetros cuadrados en los humanos y de 150 en un Pastor Alemán), además de una mayor densidad y sensibilidad de sus células, acompañado con un área cerebral mayor para el procesamiento de esta información ¿cien veces mejor que el nuestro? Sin duda, hasta aquí llegó fruto de un proceso evolutivo, esa condición le facilitó la supervivencia y la adaptación a todo tipo de entornos.
¿DÓNDE ESTÁ EL LÍMITE?
En la mayor parte de las ocasiones, el límite está determinado por nuestras propias limitaciones como propietarios. Necesitamos encontrar modos de verificar y confirmar que la información que nos facilita nuestro perro es la correcta. La opinión más extendida es que la inteligencia se desarrolla a lo largo de la vida siempre y cuando utilicemos los métodos adecuados, de forma paciente y sistemática, mantengamos su motivación y los vínculos de apego. Además, el desarrollo y capacidades de nuestro perro se potenciarán si cuidamos el entorno en el que lo mantenemos, nos preocupamos por ofrecerle un ambiente enriquecido, incrementamos gradualmente las demandas y la dificultad del trabajo y mantenemos controlados los niveles de estrés (con una buena alimentación y adecuados cuidados sanitarios).
Así que el potencial máximo de los perros está por descubrir, como seres vivos están en continua y permanente evolución y, sin duda, la mejor forma de desarrollar su máximo potencial es el trabajo sistemático, con los niveles de motivación adecuados para el individuo.
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