Este comportamiento suele presentarse antes o después de situaciones placenteras. Por ejemplo, antes de iniciar las carreras en el parque o bien después de unos intensos correteos iniciales; también, después de una comida (con algún componente especialmente rico); después de una sesión de masaje o cepillado; después de un baño (en la playa, por ejemplo). En estas situaciones, por lo general, al refregado le sigue una buena sacudida para dejar ya «todos los pelos colocados».
En ocasiones también podemos ser testigos de un movimiento de fricción de un lateral del hocico o un lateral de la cabeza del perro, con movimientos cortos, sobre o contra las patas delanteras, que puede estar acompañado de sonidos de ronroneo, en un movimiento que parecen utilizar para «sacarse las legañas».
Con frecuencia se produce también el roce repetido del hocico o de una parte de la cabeza o del cuello cuando encuentra alguna sustancia especialmente olorosa: heces humanas, heces de otros animales —en especial gatos o zorros—, basura o restos de animales muertos y en estado de putrefacción, etcétera. Es en estas ocasiones, cuando el perro parece disfrutar con más ganas y parece poner más empeño y fuerza en lograr que esas «sustancias» penetren y se «fundan» con todos los poros de su piel para lograr así un perfume intenso y «personalizado», hediondo para el amo, que nos costará varios lavados eliminar (para disgusto de nuestro perro).
¿Cómo debemos interpretar estas conductas en nuestro perro? Vamos a destacar cinco causas que pueden llevar a nuestros compañeros a comportarse de manera tan atípica.
. Ceremonias de placer
La verdad es que, viendo a mi perro durante y después del revolcón sobre estas sustancias, la entrega que pone en conseguir la máxima impregnación, lo campante y feliz que se muestra portándolo (como si fuese un gran trofeo del que sentirse muy orgulloso) y la intensidad con que busca (de forma incluso obsesiva en algunas situaciones) «su colonia» en cada salida, me inclino más cada vez a pensar que es puro placer lo que obtiene; o eso o que es un animal muy primitivo (aunque incapacitado para cazar nada).
Parece que los perros tienen debilidad por estos olores fuertes, hediondos y putrefactos, como el resto de los carnívoros y es algo que no hemos podido erradicar pese a nuestra selección genética y domesticación.
. Tácticas de caza
Sin duda, la explicación más popular y con más adeptos. Lo que el perro intenta es impregnarse de un olor que camufle el propio y le permita pasar desapercibido o confundir a las presas potenciales, un comportamiento que realizan la mayoría de los carnívoros. Personalmente sigo sin comprender, aplicando este enfoque, qué beneficio puede tener, en este caso, impregnarse y potenciar el olor de las heces de zorro (algo que rechifla a mi perro) o de humanos, ya que me parece es una táctica errónea y lo único que conseguirá es poner en alerta a cualquier ser viviente que se encuentre a una distancia de veinte metros (se lo aseguro, palabra de propietario). Tal vez podría ser la explicación si tan sólo seleccionasen heces o restos de herbívoros o de basura para revolcarse.
. Método natural de desparasitación
Más que una explicación parece un chiste de algún anuncio publicitario de plantillas de zapatillas para adolescentes «los mata bien muertos». En todo caso diríase que tiene el efecto contrario, atraer parásitos. Desconozco las capacidades olfativas de pulgas y garrapatas pero no sé por qué me da a mí que no es uno de sus órganos más desarrollados y lo que más pueda afectarles.
Esto me recuerda el chiste del domador de pulgas que después de «amputarle» las patas llegaba a la conclusión que la pulga no respondía a los ejercicios circenses porque era sorda (una explicación absurda, sin más).
. Mensaje para el resto de miembros de la manada
Revolcarse sobre restos de animales muertos potenciaría el olor y pasaría al resto de la manada el mensaje de que hay materia comestible y sólo tendrían que seguir el intenso e inconfundible rastro para llegar a las fuentes.
También se interpreta como un modo de camuflar su estado físico delante del resto de componentes de la manada o ayudar a mejorar las relaciones con ellos (evidentemente, es algo que no ayuda en lo más mínimo a mejorar la relación con sus amos).
. El perro trata de dejar su olor
También están los que proponen una interpretación radicalmente opuesta. El perro lo que trata es de dejar su propio olor, a modo de tarjeta de visita. Dejar impregnado el olor que desprenden las glándulas apocrinas y sebáceas del cuello.
No es un comportamiento que muestren todos los perros, al menos no con la misma intensidad, ni frecuencia.
Por lo que yo he observado, es de ese tipo de comportamientos que va en familias (hereditario) más que algo aprendido. Desde mi punto de vista, es un proceder con un fuerte componente genético. Un comportamiento muy «primitivo» y sin valor alguno para el perro (mucho
menos para los dueños).